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LA POESÍA GAUCHESCA EN EL BICENTENARIO DE MAYO

marzo 31, 2010 in FOLKLORE | Comments (0)

Una décima de Bartolomé Hidalgo

Por Olga Fernández Latour de Botas
Doctora en Letras

Como comunicación de avance de un “corpus” crítico que preparo sobre “Mayo y la gestación de la literatura gauchesca rioplatense”, he querido responder a la oportuna convocatoria de la Universidad Católica Argentina con este breve trabajo sobre un aspecto puntual que destaca la habitual ausencia y señala la excepcional presencia de la décima en la obra de Bartolomé Hidalgo.

– La décima en el Río de la Plata hacia 1810.
La historia americana de la décima se confunde con la de los signos iniciales del trasplante cultural de España al Nuevo Mundo. Contemporánea del primer centenario de la hazaña colombina, esta combinación estrófica de diez octosílabos que riman abba,accddc, fue creada por el religioso y literato rondeño Vicente Espinel quien escribió, al parecer, sólo una decena de estrofas de esa forma ( ocho publicadas en 1591 y dos más aparecidas en 1615). Las llamó “redondillas de diez versos”, como que cada décima contiene dos redondillas ( 8 abba) unidas con los versos quinto y sexto como nexos. Muestra de las décimas de Vicente Espinel es la siguiente, primera de las dos que dedicó “A don Gonzalo de Céspedes y Meneses”:

Si puede haber males justos,
Estos, Gonzalo, son tales,
Pues de tus trágicos males
Sacas generales gustos.
Sepan los pechos robustos,
Si en desdicha te embarazas,
Que con celestiales trazas,
Entre agravios y querellas,
Las desdichas atropellas
Y las virtudes abrazas. (1)

Se debe a Lope Félix de Vega Carpio la perdurable designación de esta combinación poética, pues fue el Fénix de los Ingenios quien – en su Laurel de Apolo y en otras obras- , al tiempo que reconoció en Espinel a su maestro, propuso para la particular estrofa el nombre que la consagró en todo el mundo ibérico como décima “espinela”, o “espinela” a secas.

En el Río de la Plata, existen testimonios de su cultivo, en tiempos coloniales, entre escritores ilustrados de origen español, como el fraile carmelita descalzo José Antonio de San Alberto (1727-1804), quien, según lo señala Juan Alfonso Carrizo ( 2) fue obispo de Córdoba del Tucumán durante las dos últimas décadas del siglo XVIII. Sus décimas, de temas religiosos, más precisamente marianos, fueron impresas reiteradamente en Buenos Aires por la Imprenta de Niños Expósitos a partir de su primera edición de 1781, pues se circularon largamente en esta ciudad como lo explica Estanislao S. Zeballos en su Cancionero Popular ( 3). La primera estrofa de esta composición constituida por siete espinelas dice así:

Duélome que traspasada
Os dijo la profecía
De Simeón, cuando os decía
Que os heriría la espada
Del dolor. Oh , Madre amada
Y qué riguroso día,
Para vos aquel sería
Recibid mi sentimiento
Pues en fe de que lo siento
Os rezo el Ave María

El erudito musicólogo uruguayo Lauro Ayestarán ( 4) ha publicado, por su parte, una extensa composición de autor desconocido, en metros y estrofas variopintos, que incluye numerosas espinelas. Se titula “Relación exacta de lo que ha sucedido en la expedición a Buenos-Ayres que escribe un Sargento de la Comitiva en este Año de 1778 en las siguientes décimas” y su estrofa inicial, con su ortografía de época, es la siguiente:

En Décimas te he de hacer
De toda la expedición
Una plena relación
De sumo gusto y placer:
Y pues es de apetecer
Su famoso contenido,
Escucha Dueño Querido,
Y savrás con eficacia
Sin especie de falacia
Todo cuanto ha sucedido.

La “décima”, como se ha dicho, no se mantiene constante sino hasta la estrofa 18º, pues comienza luego una “Relación” en forma de romance monorrimo (8 abcbdbebfb…) seguida por otras 17 espinelas, un septeto (11 aaabbcc) , 10 octavas de arte mayor (11 aabb,ccee), una sexteta (11 aabbcc) y finalmente 6 décimas espinelas más.

La composición nos interesa por proporcionar la de más antigua data cierta sobre el empleo de la décima espinela en el Río de la Plata que hemos hallado publicada y la nota con que la acompaña del notable estudioso oriental incorpora reflexiones de pleno acierto. Dice al final y entre paréntesis Lauro Ayestarán:

“Estas décimas, no son desde luego ‘gauchescas’, pero como en ellas se relata un hecho acaecido en el Uruguay colonial y el autor, testigo presencial del mismo, se refiere concretamente a costumbres campesinas –estado primario de la ganadería en nuestro país y su típica faena- nos ha parecido sugestiva su publicación en este ‘corpus’ documental. Por otro lado, en el metro y en la perífrasis, hay curiosos anticipos estilísticos de la posterior poesía gauchesca escrita. Fueron publicados en el libro de Antonio Bermejo de la Rica: ‘La Colonia del Sacramento’, Toledo, MCMXX, págs. 276 a 294. El original de la época se halla en la Biblioteca Nacional de Madrid; manuscrito 10.942, folios 140 a 167.”

Para el tiempo en que aparecieron en Buenos Aires los sainetes proto-gauchescos a “El amor de la estanciera” (anónimo, circa 1785) y “Las bodas de Chivico y Pancha” (1811) y El detall de la acción de Maipú (1818), por ejemplo, la décima ya se hallaba instalada, sin duda, no sólo en la ciudad sino también en la campaña, aunque nadie la recogiera. Las más antiguas datas de cantares en décimas documentados como de transmisión oral se remontan, en nuestro país, a la década de 1810 pues, atento a que los cantares tradicionales de tema histórico-político no son nunca de intención evocativa, sino testimonial de su presente, allí ubicamos la glosa –incompleta en todas las versiones documentadas- que desarrolla en espinelas el tema:

Desde el grito de la patria
Sigue nuestro padecer,
Los pueblos tranquilizados
Sin esperanzas de ver.

y tratan del doloroso cambio de situación que experimentaron los pueblos del interior “desde el grito de la Patria”, es decir, después de la Revolución de Mayo. La primera estrofa de este cantar dice, según una de sus versiones ( 5 )

Nuestras vidas, nuestros bienes,
No los contamos seguros.
¡En qué trabajos y apuros
A los vecinos nos tienen!
Cualquier sistema que viene
Del mismo modo nos trata.
Vacas, caballos y plata,
Siguen a todo quitar.
No nos dejan trabajar
Desde el grito de la patria

Posteriormente, y hasta nuestros días, la estrofa concertada por Espinel es predilecta y característica para el canto con música de cifras, estilos, tristes, milongas, tonos y tonadas, en el arte de los payadores. Por otra parte, la identificación del vocablo “décima” con la artificiosa estructura de la glosa (de pies atados, de pie constante, o en cualquiera de sus variantes posibles), ha hecho que el lexema “glosa” cayera en desuso y toda “glosa” sea denominada “décima” en nuestra campaña. Aunque se trate de composiciones en las que no hay estrofas de diez versos, como es el caso de glosas compuestas en quintillas a un tema expresado en una cuarteta, por ejemplo ( 6 ).

– Bartolomé Hidalgo, intérprete de su lugar y de su tiempo.
Bartolomé Hidalgo -poeta y dramaturgo nacido en Montevideo el 24 de agosto de 1788 y fallecido en Morón (Provincia de Buenos Aires) el 27 ó 28 de noviembre de 1822- fue quien dio el máximo impulso inicial a la tendencia literaria que habría de convertirse en uno de los factores que definen ante el mundo nuestra identidad como pueblo: la poesía gauchesca. Fue “su Homero”, como lo dijo por primera vez Bartolomé Mitre y muchos críticos repitieron después

Autor de los famosos Cielitos y Diálogos Patrióticos, escritos en Buenos Aires y cuyos protagonistas son gauchos “porteños”, utilizó en su obra estructuras poéticas propias de las letras que se cantan con bailes populares, como lo era en su tiempo la contradanza acriollada, parienta del Pericón y de la Media Caña, que, por la palabra repetida en sus estribillos se denominó “Cielito”.

Por otra parte, Hidalgo eligió el romance monorrimo, metro no utilizado por los payadores rurales del Río de la Plata -que adoptaron la cuarteta octosilábica de la épica tardía peninsular-, para sus composiciones dialogadas, emparentadas con el género escénico. Así están escritos sus “Diálogos patrióticos” y su “Relación” sobre las fiestas mayas de Buenos Aires en 1822.

Poeta “cultolatiniparlo”, como se le llamó en Montevideo (7), había escrito en su primera juventud poesía de corte neoclásico como puede observarse en sus odas, sonetos, octavas, en su Marcha Nacional Oriental y en sus obras dramáticas, “melólogos”, y unipersonales.

La décima no parecía gozar de su predilección. Ni siquiera podía suponerse que existiera en plenitud en su repertorio poético.

– ¿Una décima en la obra de Bartolomé Hidalgo?
Sin embargo, si hemos de atenernos – y yo deseo hacerlo- al parecer de Juan María Gutiérrez, la décima estaba en la enciclopedia poética del joven bardo rioplatense.
Estaba, me animo a decir, en un lugar de honor: en el que corresponde al continente de la máxima eficacia comunicativa, de la afectividad llevada hasta el humor negro, del desacartonamiento frente a la expresión engolada, del estar más allá de los convencionalismos y animarse a optar por una forma estrófica que había inundado el gusto popular, como era la concertada por Espinel. Por ello escribe, a la perfección, en lengua de norma culta, sin rastros de gauchismo, pero en la forma predilecta del gaucho, la siguiente “Décima. A un elogio del decreto de erección del cementerio del norte”(8):

Supiste pintar de suerte,
Amigo, la tumba fría,
Que yo exaltado a porfía,
Me puse a llamar la muerte;
Vivir me era un mal tan fuerte,
Que a pesar de mi criterio
Tuve por gran cautiverio
La vida: y sin dilatarme
Volé al momento a enterrarme
En el Santo Cementerio.

El poeta era, por otra parte, consciente de la proximidad de su propia muerte ya que, en el final de su Relación /…/ ya citada, hace decir a Chano, el personaje con que se identifica:

Ni oírlo quisiera, amigo,
Como ha de ser, padezcamos
A bien que el año que viene,
Si vivo he de acompañarlo…

Corría el año de 1822. En fecha no del todo segura, 28 ó 29 de noviembre, Bartolomé Hidalgo dejaría efectivamente esta vida. Pero no habría de llegar en su vuelo al elogiado Cementerio del Norte, hoy de la Recoleta, que era aún un proyecto ya que su decreto de creación había sido firmado el 17 de ese mismo mes y año por el Gobierno de Martín Rodríguez ( 9). Sus restos serían depositados en la campestre necrópolis de Morón, según consta en los archivos que consulté, con inolvidable zozobra, hace ya muchos años, cuando creí en la posible resurrección poética de Hidalgo anunciada por Ángel Justiniano Carranza… Pero esto es, sin duda, harina de otro costal. (10).

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
(1) Vé. Maximiano Trapero, “Vicente Espinel, la décima espinela y lo que de ellos dicen los decimistas”. En: Actas del VI Encuentro-Festival Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, Las Palmas de Gran Canaria, Edición: Maximiano Trapero, Eladio Santana Martel, Carmen Márquez Montes, 2000; tomo I- Estudios, p. 122.

(2) Juan Alfonso Carrizo fue el estudioso que más bregó por que se encarara en España el estudio del cultivo de la décima popular. Sobre esta pieza tomada de Estanislao S. Zeballos hace comentarios en su obra Antecedentes hispano-medioevales de la poesía tradicional argentina, Buenos Aires, Publicaciones de Estudios Hispánicos, 1945; pp. 161-162.

(3) Estanislao Severo Zeballos, Cancionero Popular. De la Revista de Derecho, Historia y Letras, Nº 1, Buenos Aires, 1905.

(4) Lauro Ayestarán. La primitiva poesía gauchesca en el Uruguay (1812-1838). Montevideo, Imprenta “El Siglo Ilustrado”, 1950.

(5) Juan Alfonso Carrizo he publicado variantes procedentes de Salta y de Tucumán. Un estudio sobre todas las versiones conocidas en : Olga Fernández Latour, Cantares históricos de la tradición argentina, Buenos Aires, Ministerio de Educación y Justicia, Comisión Ejecutiva del 150º aniversario de la Revolución de Mayo, 1960.

(6) Para ejemplos de ese tipo de composiciones Vé. Olga Fernández Latour, Un poeta glosador que vivió en Jachal (San Juan) en el siglo XIX: don Víctor José Capdevila. En: Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología, Nº4, Buenos Aires, 1963.

(7) Me he referido a este tema en: Trascendencia de Bartolomé Hidalgo en la literatura rioplatense. Montevideo, Separata de la Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, Nº 26, 1989, y en el tomo titulado Bartolomé Hidalgo. Obra completa del primer poeta gauchi-político rioplatense, Miami, USA, Ed. Stockcero, 2007.

(8) Juan María Gutiérrez, América poética, Valparaíso, 1846. Citado con comentarios críticos en la edición de la Obra Completa de Bartolomé Hidalgo, con Prólogo de Antonio Praderio, que publicó en Montevideo la Biblioteca de Clásicos Uruguayos, Ministerio de Educación y Cultura, 1986.

(9) Las precisiones sobre fecha de emisión del Decreto por el cual fue creado en Buenos Aires el “Cementerio del Norte”, hoy llamado “de la Recoleta”, las obtuve por generosa comunicación personal de la señora Martha Salas, Presidenta de la Asociación de Amigos del Cementerio de la Recoleta (octubre 2003).

(10) Sobre éste último tema puede consultarse mi trabajo titulado “ ‘Cauces y lagunas de una investigación literaria. Sobre la “Graciosa y divertida conversación que tuvo Chano con señor Ramón Contreras con respecto a las fiestas mayas de 1823’. Impreso de Expósitos.”. En : Logos, Buenos Aires, 1978. Número de Homenaje al Dr. Augusto Raúl Cortazar.