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UNA “PAYADA” CERVANTINA.

marzo 31, 2010 in FOLKLORE | Comments (0)

Por Olga Fernández Latour de Botas.

Las letras y la cultura toda de España, de Hispanoamérica y del resto de mundo han celebrado, en enero del año 2005, el cuarto centenario de la edición príncipe de la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, obra de Miguel de Cervantes Saavedra. Desde el Centro de Estudios Folklóricos “Dr. Augusto Raúl Cortazar” de la Universidad Católica Argentina y desde la Cátedra Extracurricular de Etiología Popular Argentina “Profesor Bruno C. Jacovella” nos hemos unido a tal conmemoración con diversos actos. En lo personal quisiera resumir en estas breves consideraciones la idea conductora que propuse en ambas unidades académicas universitarias: la perspectiva del Folklore sobre la Literatura permite descubrir nuevos senderos que parten del camino por otros transitado con miradas distintas.

Contribuciones como las de Juan Alfonso Carrizo – especialmente las que muestran las obras póstumas recientemente editadas por la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro – y las de Augusto Raúl Cortazar – en particular su erudita conferencia de incorporación a la Academia Nacional de la Historia- han mostrado la presencia de elementos cervantinos, sobre todo de aquellos tomados del Quijote, en la tradición popular y en la poesía “gauchesca” argentinas. En ambos casos – la vertiente oral anónima y la literatura escrita en lengua rústica que en ella está inspirada – la “payada”, o sea el contrapunto de canto repentista por dos o más improvisadores con acompañamiento de guitarra, aparece como acontecimiento central. Lo que sigue es una reflexión – extremadamente breve y simplificada – sobre semejanzas entre estas payadas gauchas rioplatenses y una situación narrativa creada por Cervantes, no en su obra más famosa de 1605 sino en su no menos celebrado relato “La gitanilla” incluido entre las Novelas ejemplares aparecidas en 1613, antes de la segunda parte del Quijote que es dos años posterior.

La situación es la siguiente. Dos galanes que ocultan sus verdaderas identidades tiene Preciosa, la gitanilla que en la niñez ha sido robada a sus padres de noble alcurnia : Andrés –llamado en realidad don Juan de Cárcamo- y Clemente – paje favorecido de algún grande del reino-, y así como lo es la gitanilla, ambos jóvenes muestran ser poetas. Entre tales esplendores de galante enmascaramiento la poesía del canto es lo que emerge como verdad mayor y aquí pone Cervantes una escena que , en múltiples circunstancias similares, trascendió como propia de la identidad rioplatense.

“/…/ una noche, por entretenerse, sentados los dos, Andrés al pie de un alcornoque, Clemente al de una encina, cada uno con una guitarra, convidados por el silencio de la noche, comenzando Andrés y respondiendo Clemente, cantaron estos versos: /…/”

Lo que sigue son seis “estancias”, estrofas de influencia italiana propias de la poesía renacentista a la que era Cervantes aficionado: con rima abbaccdd, en este caso, combinan versos de arte mayor y menor, con pies quebrados y usan el artificio – después netamente “payadoresco” – de que quien responde comienza su estrofa con el último verso de la del primer cantor y luego éste se obliga a hacer lo mismo, encadenándose las palabras y las ideas en fina trama conceptual y lírica. La forma de este canto, cuya música sólo especulativamente podría reconstruirse, no ha pasado a la poesía popular tradicional de España ni de Hispanoamérica , pero el aludido artificio del encadenamiento, las imágenes cósmicas de la galantería y sobre todo el contrapunto de preguntas y respuestas entre cantores son raigones profundos y hasta hoy vivos del arte payadoresco.

Aún hay más que observar. Cuando Preciosa sorprende a sus galanes e irrumpe en la escena, dice esto Cervantes: “Suspendiólos el oírla, y sin moverse, prestándole maravillosa atención, la escucharon. Ella (no sé si de improviso o si en algún tiempo los versos que cantaba le compusieron), con extremada gracia, como si para responderles fueran hechos, cantó los siguientes: /…/” que son ocho redondillas del más puro estilo oral-tradicional. El dato es importante: ya que la acotación de Cervantes no sólo nos informa sobre la existencia de mujeres cantoras e improvisadoras (heredadas luego por nuestras comarcas a ambos lados de los Andes). También lo hace sobre la coexistencia, en la costumbre popular española de los siglos XVI y XVII, de dos tipos de poesía, la de repertorio y la “de improviso” ( llegada hasta nosotros como “improvisada”, “de repente” o “repentista”) , y nos revela cómo de la segunda ( la “de improviso” ) puede surgir la primera ( la que pasa a integrar el repertorio), cuando el verso improvisado traduce tan bien el gusto general que perdura, anónimo y con sus variantes locales, en el caudal de la tradición.

Una vez más, la palabra poética y esclarecedora de Miguel de Cervantes Saavedra obliga a nuestro agradecimiento. Por ello

vaya esta reflexión,
que es como un canto,
desde la pampa
al Manco de Lepanto.