Por Olga Fernández Latour de Botas

Una de las expresiones de más floreciente vigencia en la tradición del área de cultura gaucha es, sin duda, el cultivo de la décima.

La “redondilla de diez versos” acuñada hacia 1591 por el poeta, dramaturgo y religioso rondeño Vicente Espinel, llegó a América y se expandió con sorprendente facilidad y general aceptación por todos los pueblos alcanzados por la cultura hispánica, hasta tal punto que muchas de las especies musicales más típicas de cada uno de dichos grupos culturales construyen sus estructuras melódicas para cantar con décimas.

En el área del gaucho, jinete ganadero de las pampas y de las lomadas, la décima se canta con estilos, con yaravíes, con tristes, con cifras, con milongas camperas, adopta la tonada cuyana en la zona de hibridación pampeano-mendocina y hasta aparece en no pocas milongas urbanas y tangos cuyas formas poéticas recogen su predilecta tradición.

Manifestaciones de la más candente actualidad, como lo son los festivales tradicionalistas del canto, la danza y las destrezas criollas la han mostrado a todo el país en su más evidente estado de vigencia, especialmente en ocasión del Festival de Doma y Folklore de Jesús María, Córdoba, donde hábiles improvisadores la recrearon cada noche innumerables veces para glosar las diferentes actuaciones de los jinetes que se presentaron a competir con valor y solvencia.

Lo que quisiera destacar ahora es la inalterada vigencia de la décima en los círculos más altos de la cultura argentina como natural manera de expresar sentimientos muy fuertes, ligados a acontecimientos de actualidad que, según sus autores, requieren gestos de tensión y fortalecimiento en los lazos que unen el presente con las esencias de nuestro pasado histórico, de nuestra profunda identidad. Podría traer a colación, en este sentido, muchos ejemplos que van desde famosos brindis hasta formas epistolares, pasando por dedicatorias de libros, discos, cuadros. Yo misma poseo una buena colección de tales piezas y he enviado no pocas veces mis propias décimas espinelas a queridos amigos en sus cumpleaños o como saludos de Navidad y Año Nuevo.

Los recientes sucesos relacionados con el retiro de una imagen de la Virgen María que se había colocado en el edificio de los Tribunales capitalinos, han provocado innumerables manifestaciones de distintos signos y, entre las de repudio a la medida, una posee la excepcional característica de estar escrita en décimas, en perfectas décimas espinelas.

La autora de esta composición es la doctora Gloria O.J. Martínez, autoridad indiscutible en lenguas clásicas y modernas, fina voz poética desde su adolescencia y hoy Directora del Doctorado en Letras de la Universidad del Salvador y del Seminario sobre “Región gaucha” de ya larga y fructífera realización en la misma casa de altos estudios.

Aunque razones de espacio nos impidan la transcripción completa de sus siete estrofas, creo que, las que he elegido, pueden dar testimonio valedero del notable, espontáneo y vigente cultivo de la “décima” – de la “décima de opinión”, de la “décima militante”, de la “décima con fundamento”- en el mundo de la cultura universitaria y de la creación poética argentina.

“Décimas a Nuestra Señora del Rosario venerada por los gauchos argentinos, compuesta cuando quisieron retirar su imagen del palacio de Tribunales”, por la doctora Gloria O.J. Martínez (fragmento):

“/…/ Virgen del Rosario pura
que, con maternal bondad,
a toda la humanidad
proteges con tu ternura;
si quitaron tu figura
por no quererte mirar,
no los dejes de amparar
pese a su injusta demanda…
¡Un Juez Supremo es quien manda
y este caso ha de juzgar!

En donde la Ley impera
tu imagen debiera estar,
Madre, para consolar
la angustia de quien espera;
si inocente, persevera
/ culpable , pide perdón,
demanda o apelación.
Y es tu Rosario eficaz
¡porque eres Reina de Paz
de mi gaucha tradición! /…/ ”