LA CARTOGRAFÍA CULTURAL EN LA REPÚBLICA ARGENTINA. GENERALIDADES. ANÁLISIS DE UNA EXPERIENCIA CONCRETA.
Por Dr. Olga Fernández Latour de Botas
Directora del programa ACTA.
0.- Bienes culturales y bienes patrimoniales.
No he de comenzar el tratamiento del tema que nos reúne por la definición del concepto de “cultura” . Diré solamente que, para mí y para los colaboradores de los programas que dirijo, “cultura “ es – sigue siendo- todo lo que el ser humano agrega a la naturaleza “.
Todo lo que no es un hecho natural es, para nosotros – según una clásica y muy difundida posición- un hecho cultural. Y soy consciente de que, si permaneciéramos en este punto, sería prácticamente imposible salir de él, puesto que las normas legales internacionales a las cuales nuestro país ha adherido – como la Convención del Unidroit sobre objetos culturales robados o exportados ilegalmente, adoptada en Roma (2000) incluye los objetos producidos por el hombre en cualquier época junto con los restos de elementos de la naturaleza de nuestro planeta ( como los paleontológicos) y de aquellos llegados a la Tierra desde el espacio exterior ( como los meteoritos).
En caso de que se desee mapear la difusión de fenómenos naturales de la Tierra o extraterrestres, me permito proponer que se hable de “bienes patrimoniales” de cada país o comarca, y no de bienes “culturales” como en la actualidad se está haciendo.
1.- Antigüedad y actualidad del tema en la Argentina. Mapas históricos, lingüísticos, arqueológicos, y folklóricos.
La compilación de datos culturales ha alcanzado en nuestros días técnicas depuradas en materia de recolección, catalogación, archivo, recuperación y aplicación de la información reunida. La tarea reconoce principio pero no final, ya que la dinámica cada vez más acelerada del cambio cultural obliga a mantener en forma ininterrumpida y permanente la actualización de las bases una vez iniciadas o bien a discontinuar el proyecto. En cuanto a las formas de divulgación de esa labor una de las más atrayentes es la de los Atlas, ya sea que entendamos por tales, según la primera acepción del vocablo que registra el Diccionario (DRAE/92) a las colecciones de mapas geográficos, históricos, etc., en un volumen – lo que llamaremos Atlas de tipo 1- , o que, de acuerdo con la segunda acepción, lo apliquemos a las colecciones de mapas anejas a una obra – a lo que aludiremos como de tipo 2.
En la Argentina la cartografía temática con especialización en el mapeamiento de datos culturales fue tomando forma paulatinamente a partir de la obra de esta orientación que parece ser la más antigua en nuestro territorio, la titulada Description Géographique et Statistique de la Confédération Argentine del científico francés Víctor Martin de Moussy (Paris, 1860): treinta cartas en las que se determinan con precisión los diversos grados de importancia de los centros poblados y el desarrollo de las comunicaciones y se consigna además, en los territorios habitados por aborígenes, valiosa información sobre su lengua, costumbres de instalación y medios de vida.
Seguramente, en los períodos posteriores de nuestra historia, se han elaborado mapas de tipo económico o socio-político y hasta sería posible que algún conjunto de esos mapas pudiera alcanzar la condición de Atlas temático. La mayor obra que tenemos hasta la actualidad de corte geopolítico es el monumental Atlas del desarrollo territorial argentino (Buenos Aires, OIKOS /CONICET, Asociación para los estudios territoriales y ambientales, 1981, 3. vols) , dirigida por el arquitecto Patricio Horacio Randle.
El primer autor que se propuso realizar en la Argentina un Atlas tipo 2, con elementos estrictamente tradicionales de una región argentina, fue Ventura Robustiano Lynch, con lo que denominó Atlas. Costumbres del Indio y Gaucho, material que no llegó hasta nosotros, como el autor se había propuesto, junto con su interesantísimo opúsculo titulado La provincia de Buenos Aires hasta la definición de la cuestión capital de la República, que es una recopilación de breves textos sobre costumbres, con letras y músicas de las especies más características del cancionero tradicional.
En relación con el Folklore y demás disciplinas antropológicas debo citar algunas contribuciones particularmente valiosas como los mapas indicativos de la difusión de sistemas de tejer precolombinos y criollos en Sudamérica y particularmente en territorio argentino de Alfred Dornheim, en la Revista del Instituto Nacional de la Tradición (Buenos Aires, 1948, 1ª entrega), los mapas elaborados por Julio Viggiano Esain en su obra Instrumentología musical popular argentina /…/ (Córdoba, Universidad, Instituto de Arqueología, Lingüística y Folklore “Dr.Pablo Cabrera”, 1948); la carta de dispersión de los bailes criollos publicadas por Pedro Berruti en su Manual de danzas nativas (Buenos Aires, Ed. Escolar, 1954) y los trabajos de Bruno C. Jacovella (corrientes históricas) y de Ricardo L. J. Nardi (toponimia indígena) incluidos en la obra colectiva dirigida por José Imbelloni titulada Folklore argentino (Buenos Aires, Nova, 1959).
Por mi parte, al incluir un mapa de difusión de las variantes de ciertos cantares populares de tema histórico político en mi libro Cantares históricos de la tradición argentina (Buenos Aires, C.N.E del 150º Aniversario de la Revolución de Mayo, 1960), introduzco en la cartografía temática sobre folklore de la Argentina el uso de símbolos geométricos, con variantes tipológicas creadas de acuerdo con criterios que, aunque surgen de una simple aplicación racional del sistema, solo hemos visto normalizados por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia en 1976. Mi aprendizaje en materia de Atlas Etnolingüísticos y folklóricos se realizó, sobre todo, en el Instituto de Lingüística de la Universidad de Cuyo que dirigía Frtz Krüger, generoso maestro: allí se encontraban todas las obras de esta clase publicadas en Europa y en América.
Entre 1960 y 1966 la musicóloga Leda Valladares dio a conocer, por intermedio del Fondo Nacional de las Artes que fue la institución editora, su programa titulado Mapa musical de la Argentina, cuatro discos de larga duración que comprenden Documental folklórico del norte argentino; Documental folklórico de la quebrada de Humahuaca, Documental folklórico de Tucumán y Documental folklórico de Salta. No se trata de materiales cartográficos sino de registros vocales e instrumentales aptos para ser mapeados porque están acompañados por todos los datos que hacen de cada uno de ellos un verdadero documento.
A partir de la década de los años 60 numerosos trabajos acompañaron sus textos con mapas, como los lingüísticos de Berta Elena Vidal de Battini (El español en la Argentina, con 14 mapas realizados por la cartógrafa María Teresa Grondona, 1964); los ocho mapas que acompañan los textos de la obra Regiones folklóricas y regiones económicas de la República Argentina (Revista de Economía Regional, 1965); las cartas con determinación de ámbitos folklóricos y de dispersión de las artesanías tradicionales (por medio de eficaces y estéticos diseños figurativos) de Augusto Raúl Cortazar, publicadas por el Fondo Nacional de las Artes . La elaboración de un Atlas antropológico argentino era, por entonces, aspiración del Director del Instituto Nacional de Antropología, Julián Cáceres Freyre quien utilizó mapas con simbología geométrica para indicar las Artesanías de la Provincia de La Rioja (INA, Dir. Julián Cáceres Freyre, 1970). También Alicia Quereilhac de Kussrow expresó en dos mapas la dispersión geográfica de la celebración en La fiesta de San Baltasar. Presencia de la cultura africana en el Plata. (1980) y son nueve las cartas incluidas por María Delia Millán de Palavecino en la obra Arte del tejido en la Argentina (1981).
Considero importante mencionar aquí la labor de mapeamiento de datos arqueológicos realizada por el antropólogo Dick Edgar Ibarra Grasso en su Mapa arqueológico argentino, que fue editado en 1999 junto con el libro Presencias del Pasado. Guía explicativa del Mapa arqueológico argentino elaborado por su esposa, la señora Delia Etchegoinberry. He traído para la institución patrocinante un ejemplar del Mapa y del libro explicativo. Esta obra posee en sus consideraciones liminares elementos muy valiosos para el tema que nos reúne, frutos de la reflexión de aquel sabio argentino y americano en su más amplio sentido conceptual: la génesis de la cartografía, la antigua aspiración humana de “colocar sobre una superficie plana, que es una abstracción de la realidad”, conjuntos de fenómenos de carácter lingüístico, étnico, político u organizativo, sobre fronteras, recursos naturales, sistemas orográficos e hidrográficos… y muchos temas más. En el caso del Mapa de Ibarra Grasso, se abarca un tiempo que va desde el de los primeros poblamientos del territorio de América del Sur hasta el siglo XV y allí el autor despliega, sobre la base de sus propias excavaciones y trabajos de gabinete, su teoría de que la antigüedad del hombre en América puede alcanzar los 70.000 años y aún más. Lo más interesante para nosotros, hoy, es la exposición de los criterios creados o seleccionados por el autor para la realización concreta de su obra.
En la actualidad hay al menos dos proyectos importantes en marcha. El Atlas lingüístico de San Juan que dirige Eduardo Quiroga Salcedo y auspicia la Academia Argentina de Letras y el Atlas turístico de la Provincia de Buenos Aires, cuya iniciación me ha comunicado Alfreso Grassi ( USal / Banco de la Provincia) hace pocos días.
Muy brevemente he de terminar con la referencia concreta al Atlas de la cultura tradicional argentina para la escuela, obra que ha alcanzado una gran difusión y de la que han derivado innumerables experiencias docentes en todos los ámbitos de mi país.
2. El ACTAE como parte de un proyecto mayor
Cuando la ex Dirección Nacional de Educación Artística y el organismo ministerial del cual ella dependía —la Subsecretaría de Conducción Educativa del Ministerio de Educación y Justicia de la Nación—, aceptaron nuestra propuesta de elaboración de un Atlas de la cultura tradicional argentina para la escuela (ACTAE), estaban auspiciando la primera realización concreta de un plan oficial orgánico de Antropología Aplicada, con alcances nacionales, en el ámbito educacional de nuestro país. El ACTAE ha tomado como fuente inmediata el banco de datos sobre culturas tradicionales de la Argentina del Centro Experimental de Folklore Aplicado -instituto privado de investigación y divulgación—, y constituye, en cuanto a las técnicas utilizadas para el procesamiento de los materiales y a las premisas teóricas de su metodología, una derivación del proyecto Atlas de la cultura tradicional argentina (ACTA) que, por lo demás, comprende dos subproyectos: el Atlas histórico de la cultura tradicional argentina (AHCTA) y el Atlas permanente de la cultura tradicional argentina (APCTA) del cual se desprende una nueva obra en proceso de elaboración: el Atlas turístico de la cultura tradicional argentina . Una primera obra, fruto de este plan total ideado y dirigido por quien esto escribe, es el Prospecto del AHCTA, publicado en 1984 con el auspicio de la UNESCO.
3. Caracterización del ACTAE
El Atlas de la cultura tradicional argentina para la escuela, surge, como se ha dicho, del Programa Atlas de la cultura tradicional argentina, ante la necesidad de responder a requerimientos de los niños y jóvenes, de sus padres y, especialmente, de los docentes, que buscan conocer las raíces regionales de nuestra identidad nacional. No es la suya — ni la nuestra — una apetencia inducida por la moda, por el afán de erudición pura o por un nativismo encerrado afectivamente en la evocación del pasado telúrico. Todo lo contrario. Concebimos el ACTAE como un instrumento de uso presente —y urgente— al servicio del futuro.
Como Atlas cultural no constituye un fin en sí mismo sino un instrumento referencia! básico donde se grafican —de la manera más adecuada a cada tipo de elementos— los materiales almacenados en un banco de datos ciertos obtenidos por las ciencias puras y procesados, en forma manual o mediante soportes informáticos. Así expresada, la información puede ser incorporada simplemente al cúmulo de conocimientos obtenidos por la Ciencia, o bien ser extraída por las Ciencias Aplicadas y ponerse al servicio de programas concretos, cuando responde a sus objetivos específicos. . La edición del Atlas de la Cultura Tradicional Argentina para la Escuela pretende contribuir a la introducción de la asignatura Folklore Aplicado en las carreras de formación docente pero, sobre todo, intenta colaborar en la formación programática o extraprogramática de educadores con sensibilidad adecuada para comprender —en lo intelectual— y valorar —en lo afectivo—, el patrimonio cultural tradicional aportado por los alumnos al ingresar a la escuela.
Quienes trabajamos en él confiamos en que el material incluido brinde un panorama general orientador y en que, hasta sus mismas carencias —a que obliga la necesidad de síntesis—, resulten acicate para múltiples aportes enriquecedores que posteriores evaluaciones permitirán conocer e incorporar.
La segunda fase comprende la labor del aula, que puede contar con el apoyo de ésta y de otras obras didácticas y literarias pero que, sobre todo, consistirá en el aprovechamiento permanente de toda circunstancia que, en el transcurso de la actividad compartida, resulte propicia para la referencia oportuna a ese caudal de cultura adquirida en el hogar y profundamente enraizada en la tradición de la comunidad educativa.
Las diversas experiencias vividas en cuanto a los aspectos gráficos de la obra constituyeron para nuestro equipo grandes lecciones, a veces inesperadas, en cuanto a las posibilidades de una buena recepción de la obra que preparamos. El apoyo del Instituto Geográfico Militar resultó, en este aspecto, importantísimo. Por lo demás, en la rigurosa tarea realizada por Teresa Barreto, Graciela Campins, Rita Castro, Pablo Maestrojuan y Matilde Quereilhac, para el AHCTA, y de Marta S.C. Ruiz, Susana Coluccio y Luis Paniagua para el ACTAE, y en ambos casos, en la invalorable participación de la Jefa de investigadores, Alicia Quereilhac de Kussrow, radica el buen éxito de nuestra empresa.
Estoy a disposición de quien requiera más datos sobre la realización de esta obra, cuya tercera edición se ha agotado, pero de la cual tengo el gusto de dejar un ejemplar personal para la Institución patrocinante de este encuentro en Quito.